El Informe Mundial sobre la Felicidad existe para aumentar la satisfacción con la vida a nivel gubernamental. Como señala WHR, el informe “refleja una demanda mundial de mayor atención a la felicidad y el bienestar como criterios para la política gubernamental”.
En 2012, el mismo año del primer informe sobre felicidad, la Asamblea General de las Naciones Unidas redactó una nota titulada “Felicidad: hacia un enfoque holístico del desarrollo”. En él, la organización señala que el PIB por sí solo no es un indicador preciso de felicidad o bienestar.
Si bien se critica que la felicidad es un lujo cuando se enfrentan otros problemas sistémicos y se preocupa de que los países más ricos y desarrollados puedan sesgar los resultados, la Asamblea General explica en la nota que es necesario analizar la felicidad:
“La búsqueda de la felicidad es un objetivo declarado en muchas constituciones nacionales, y la creación de un entorno propicio para mejorar el bienestar de las personas es un objetivo de desarrollo en sí mismo. En general, no hay duda de que los gobiernos deben revisar sus prioridades. En el Ante la pobreza extrema y persistente y el calentamiento global generado por los sistemas de producción actuales, sólo puede valer la pena centrarse en otras medidas de bienestar más allá del aumento de los ingresos. Además, algunos académicos sostienen que, como ya vivimos en la era del Antropoceno, en la que “Los seres humanos influyen en los sistemas físicos de la Tierra, la búsqueda de la felicidad debería estar fuertemente vinculada a la búsqueda del desarrollo sostenible. Por último, con el progreso de la investigación sobre la felicidad, están surgiendo gradualmente pruebas de su utilidad en el diseño de políticas.”